Elecciones presidenciales en Guatemala: Resultados sorprendentes y desafíos futuros
La victoria de Sandra Torres Casanova y el ascenso de Bernardo Arévalo de León plantean nuevos desafíos para el futuro político de Guatemala.
Guatemala celebró el pasado domingo 25 de junio sus elecciones presidenciales, en las que la exprimera dama Sandra Torres Casanova, del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), se impuso con el 25,27% de los votos, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Sin embargo, la sorpresa la dio el candidato de izquierda Bernardo Arévalo de León, del partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), que logró el segundo lugar con el 20,93% de los sufragios, superando a otros aspirantes más conocidos y con mayor financiamiento.
Arévalo de León es un sociólogo y académico que ha trabajado en temas de paz, seguridad y desarrollo en Guatemala y otros países. Su propuesta se basa en una reforma constitucional que reconozca los derechos de los pueblos indígenas, una reforma fiscal progresiva y una reforma agraria integral.
Su partido, el MLP, es una organización política surgida del movimiento campesino e indígena que ha liderado diversas protestas sociales en los últimos años.
Ambos candidatos deberán enfrentarse en una segunda vuelta el próximo 20 de agosto, ya que ninguno alcanzó el 50% más uno de los votos necesarios para ganar en primera vuelta.
La participación electoral fue del 55,89%, la más baja desde el retorno a la democracia en 1986.
Los comicios se realizaron en medio de una crisis política y social, marcada por la corrupción, la pobreza, la violencia y la migración masiva hacia Estados Unidos.
Los resultados han generado diversas reacciones en el país y en el exterior. Por un lado, algunos sectores ven con esperanza la irrupción de una opción de izquierda que rompe con el bipartidismo tradicional y que representa las demandas de las mayorías excluidas. Por otro lado, otros sectores temen que una eventual victoria de Arévalo de León pueda generar inestabilidad económica y social, y acercar al país a gobiernos como los de Venezuela o Nicaragua.
Asimismo, hay quienes cuestionan la legitimidad de Torres Casanova, quien enfrenta varias acusaciones de financiamiento ilícito y nepotismo, y quien fue esposa del expresidente Álvaro Colom (2008-2012), actualmente procesado por corrupción.
El panorama político guatemalteco se presenta incierto y polarizado, y dependerá de la capacidad de los candidatos para ampliar sus bases electorales y ofrecer propuestas que respondan a las necesidades y expectativas de la ciudadanía. Según las encuestas realizadas antes de la primera vuelta, Torres Casanova tenía una ventaja sobre Arévalo de León, pero no suficiente para asegurar su triunfo en la segunda vuelta.
Ambos candidatos tendrán que buscar alianzas con otros partidos y sectores para captar el voto indeciso y el voto nulo o blanco, que sumaron casi el 24% del total. Además, tendrán que enfrentar los desafíos derivados de la pandemia del COVID-19, que ha afectado gravemente la salud y la economía del país, así como las denuncias de irregularidades e inconsistencias en el proceso electoral por parte de algunos observadores y organizaciones civiles.
El TSE ha defendido la transparencia y legalidad de los comicios, y ha anunciado que incrementará las acciones para fiscalizar el gasto de la campaña electoral con nuevas funciones en el Sistema de Cuentas Claras Guatemala. Asimismo, ha presentado una acción de amparo ante la Corte de Constitucionalidad para garantizar el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas.